Durante algunos días, Bobby tuvo un pronóstico reservado, pero los médicos de la Universidad de Bolonia lograron restablecer el equilibrio en su cuerpo, y continuamos viviendo en paz con esta enfermedad hasta hace aproximadamente 7 meses.

Este verano, noté que estaba un poco más cansado, aunque inicialmente pensé que era debido a su edad (ahora tiene 11 años), ya que siempre se esforzaba en todo, aunque le tomara más tiempo del habitual.

Sin embargo, al realizar los análisis de control, nos encontramos con resultados desfavorables.

Factores inflamatorios elevados, anemia severa, proteinuria severa, electroforesis de Leishmania, y mucho más?
Escuché varias veces que mi perro “ya estaba muerto”, y que la única opción era probar la Miltefosina, un fármaco quimioterápico de segunda elección, ya que la primera elección, el Glucantime con las dosis clásicas, podría haber sido devastadora.

Era consciente de los graves efectos secundarios que muchos perros experimentaban con este tratamiento, y que en poco tiempo podía volver a recaer, pero decidí intentarlo de todos modos.

En solo 5 días, Bobby desarrolló una gastroenteritis hemorrágica, tuvimos que hospitalizarlo y darle antibióticos y medicamentos contra las náuseas.

Me recomendaron continuar con el tratamiento de todos modos, pero reflexioné sobre la posibilidad de que, si mi perro tenia que morir, no quería que fuese a causa de un farmaco que yo misma le estaba dando con la excusa de ‘el perro se habría muerto de todos modos’, si no por el curso natural de la enfermedad.

El principal objetivo como médico y proprietario de mi perro es evitar causar daño.

Opté por desechar la comida comercial (renal) y empecé a cocinar una dieta casera específica. Dejé de darle los medicamentos y opté únicamente por tratamientos no convencionales.

Al principio Bobby se sintió mucho mejor, pero los análisis indicaron lo contrario, poco a poco fue empeorando y estaba cada vez más cansado.

Busqué mucha información, encontré numerosos artículos, todos coincidían en un mal pronóstico.

Mis familiares y amigos empezaron a decirme: “Laura, tal vez ha llegado su momento”.

Sin embargo, un perro que sigue corriendo por el bosque, en mi opinión, es un perro que no está dispuesto a rendirse.

Continué investigando y, de casualidad, me topé con el Dr. Gianluca Barbato…

Estaba agotada por todos los esfuerzos que hice en términos de tiempo, dinero, exámenes desalentadores, consultas con colegas, gastos en suplementos, entre otros.

Pensé que sería mi último recurso y organicé una consulta con el Centro de Leishmania. Mi compañero, también veterinario, me explicó en qué consistía el proceso con el Dr. Barbato.

Iniciamos el tratamiento y, para mi sorpresa, también fue positivo para dos enfermedades transmitidas por garrapatas. Empezamos el protocolo terapeutico propuesto (aunque no oficial) y noté mejorías inmediatas.

Después de tres meses con el tratamiento aconsejado por el Dr. Barbato y adaptado a Bobby, finalmente tengo a mi perro de vuelta.

Sus resultados en los análisis han mejorado significativamente, y ha recobrado su vitalidad.

Aunque mi cuenta bancaria se encuentra totalmente vacía, mi maravilloso Bobby sigue conmigo disfrutando de una calidad de vida normal.

Sigo usando medicamentos para mantener este resultado y cuento con el apoyo de la medicina no convencional. Me alegra haber sido un médico que no sigue protocolos ciegamente, sino un medico que verdaderamente trata al paciente.

P.D: Sin embargo, la situación aún es delicada; realizamos una ecografia y vimos que el riñón derecho es mas pequeño, no se distinguen la zona cortical de la medular; y la hipertensión debe ser estrictamente controlada. Existe la preocupación de que el uso previo de medicamentos haya provocado resistencias.

Pero lo que mas me importa, independientemente del tiempo que nos quede juntos, es que he logrado darle la calidad de vida que se merece.

Espero que mi experiencia pueda ser de ayuda para alguien más.

Agradezco a todos aquellos que nos han ayudado en estos últimos meses, en especial al Dr. Barbato, y también a mi compañera Sara F., quien siempre nos ha apoyado.